miércoles, 29 de noviembre de 2017

SUS OJOS II


Es difícil negar que me siento a veces desconcertado; desconcertado sobre quién soy y sobre quién fui. De mucho antes (a pesar de mi notable juventud) sé que uno nunca sigue siendo el mismo por siempre, un aprendizaje nuevo significa un cambio, bueno o malo.


En fin, sigo aún preguntándome e, incluso, buscando respuestas que me indiquen qué camino seguir para resolver tan grande y difusa incógnita; quién soy y quién fui. El futuro por ahora no es de mi incumbencia, no es pertinente en mi búsqueda; sin mi pasado y mi presente, mi futuro es incierto y por si fuera poco, el futuro llega a cada instante, en cada movimiento de las manecillas del reloj.


Todo me dirige a un ámbito cada vez más confuso; dilemas emocionales y recuerdos inconclusos. Cada vez me acerco más al fondo de todo, pero cada vez lo percibo más oscuro y profundo.

Hace poco llegué a una muy significativa conclusión. El reflejo de sus ojos iluminó mi mente, la luz reflejada me permitió ver la solución a todo; mi error radicaba en que la pregunta no debe encaminarse sobre quién soy y quién fui; no, la solución estuvo siempre en el para qué y el por qué. En ese preciso instante en que nuestras miradas convergieron, supe exactamente lo que quería y lo que sentía, todo fue inexplicablemente efímero, pero encontré la respuesta indicada, ¿en dónde estuvo oculta la respuesta de tal calibre y magnitud? Ese resurgir de sus ojos me abrio a un mundo de posibilidades y respuestas por hallar, en sus ojos, en su rostro, en su pelo parecía estar todo; toda intriga, duda o remordimiento se esfumaba cuando abría sus párpados de par en par para mí, pensaba que tal vez era algo que me ponía estupefacto; pero no, nunca había sentido tanta lucidez, nunca había visto el camino tan claro como cuando sus ojos irradiaban como los astros… Nunca volverá a suceder, pues ella se ha ido tras otros rumbos, otras miradas y eligiendo otras historias, pero más allá de eso todavía de algún modo ella constituía una respuesta a mis dudas existenciales, sé que la tengo que olvidar pero mientras tanto gozaré del dolor y de su imagen fantasmal, todo para volver a una especie de síntesis que indique que la respuesta siempre estuvo en mí. El problema -el mio- es que fue mi antítesis, pero he de saber que toda contradicción se supera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario