sábado, 26 de agosto de 2017

El Norte

"Muchachos estoy perdido", fue lo último que agregó el profesor de geografía en clase de décimo grado, mientras revisaba su brújula, con sus ojos llorosos y luego de haber escuchado atentamente el mar de opiniones inconexas de sus estudiantes.
Mientras sus lágrimas caían sigilosamente, recorriendo parte de su nariz y sus mejillas, hasta llegar al suelo; los jóvenes que hacían parte de su clase observaban silenciosamente. Al parecer, el profesor quería decir algo pero no era capaz de hacerlo, solamente se limitó a recoger sus marcadores para pizarra, se colgó la mochila en uno de sus hombros y se detuvo de pie unos dos, tres o tal vez cinco minutos, frente a sus estudiantes.
Sus lagrimas aún brotaban suavemente, como si fuera el nacimiento de un pequeño riachuelo; el silencio era prominente, nadie entendía aún qué estaba pasando, ni siquiera el profesor. Una serie de movimientos frente a la pizarra acabaron con el silencio, luego de esto el profesor huyó del lugar tal y como lo haría un criminal luego de cometer una de sus fechorías. Los estudiantes pasmados aún, esta vez ante la pizarra, observaban la que, tal vez, sería la última frase que les dejaría el profesor; ese que parecía ahora estar loco:
     "Adiós criaturas, el mundo es de ustedes. Sueñen y no pierdan más el tiempo; busquen su norte".


Nota: agradecimiento especial a Zulay Venegas (amiga y compañera de clases), quien me dio un  par de ideas para la realización de este relato. 

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